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Australia y los cinco ojos

Comentario

Australia está luchando por reconciliar las lealtades históricas al pacto de inteligencia de los Cinco Ojos y una política exterior regional en sintonía con los florecientes pesos pesados ​​del este de Asia.

Este es el impulso de Open Briefing Publicación reciente del analista senior Scott Hickie La política exterior regional de Australia queda a la sombra de la anglosfera, y su argumento cuenta con el apoyo de muchos en Australia. Tanto es así que Canberra puede estar al borde del cambio más significativo en su postura de inteligencia en 60 años.

Las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje de Australia y Estados Unidos en Asia, como lo han hecho revelaciones similares en otras partes del mundo, han puesto de relieve las vastas (algunos argumentan fuera de control) capacidades del pacto de inteligencia Cinco Ojos liderado por Estados Unidos.

Five Eyes es un acuerdo por el que las cinco democracias occidentales de habla inglesa de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda recopilan (y comparten) inteligencia según las regiones geográficas de responsabilidad asignadas, y acuerdan (en principio) no espiarse unos a otros. Esto no quiere decir que cada país no recopile inteligencia fuera de sus competencias, porque lo hacen. Pero la asignación por regiones de responsabilidad (sobre todo en el ámbito de la inteligencia de señales) garantiza que la huella geográfica, los recursos y las capacidades de cada país (mejorados por la tecnología y el liderazgo de Estados Unidos) puedan ser aprovechados por los socios individuales, así como por el pacto más amplio. El acceso a esta capacidad global y la inteligencia que produce es la razón por la que Canberra otorga un enorme valor al acuerdo y por la que ahora –gracias a Snowden– Canberra parece estar atrapada entre el viejo y el nuevo orden mundial.

Si bien las filtraciones de Snowden están lejos de quemar al nuevo gobierno de Australia en Asia, sus revelaciones han vuelto a cuestionar el compromiso de Australia con el regionalismo asiático y han abierto la puerta a nuevas críticas a Canberra por parte de los vecinos cercanos de Australia. No menos de tres embajadores australianos han tenido que enfrentarse a sus respectivos gobiernos anfitriones en Asia, y posiblemente las dos relaciones políticas más importantes de Canberra en la región –las de Yakarta y Beijing– solicitaron “por favor, explique” (siendo Kuala Lumpur el tercero). No sorprende que Yakarta y Beijing hayan decidido sacar provecho de estas vergonzosas filtraciones y, en el caso de Yakarta, obtener concesiones de Canberra.

Para quienes no lo saben, el tráfico de personas es un tema con carga política en Australia. El nuevo gobierno de Canberra, como el anterior, ha prometido "detener los barcos" antes de que lleguen a aguas australianas. Dado que el éxito depende de una amplia cooperación indonesia (la mayoría de los solicitantes de asilo transitan por Indonesia antes de emprender el viaje hacia Australia), ahora más que nunca el nuevo gobierno de Canberra necesita a Yakarta, y Yakarta lo sabe. Al jugar duro política y diplomáticamente, Yakarta sabe que puede obtener algunas concesiones poderosas, algunas de las cuales estarán basadas en inteligencia.

Y considerando la ya profunda asociación de seguridad de Canberra con Yakarta, forjada en respuesta a la amenaza terrorista en todo el archipiélago, Australia tiene mucho que perder si las concesiones no van lo suficientemente lejos. Lo mismo, por supuesto, si las concesiones van demasiado lejos, porque debe haber ramificaciones para las responsabilidades de recaudación de Australia como parte del pacto de los Cinco Ojos.

Cómo se desarrollará todo esto en Canberra sólo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: las filtraciones de Snowden (al igual que las de Bradley Manning antes que él) precipitarán el cambio. La globalización, el desarrollo de Internet, el 9 de septiembre, la guerra contra el terrorismo y las nuevas alianzas y amistades que cada socio de Five Eyes formó como resultado, han significado que ser descubierto espiando a nuevos amigos, nuevos socios económicos y de seguridad (sin mencionar ser sorprendido espiando a las florecientes superpotencias del este de Asia), obtendrá un precio significativo. Especialmente para un país pequeño como Australia, que quiere verse a sí mismo como parte de Asia y cosechar los beneficios del siglo asiático.

Es necesario discutir la prosperidad futura de Australia y las relaciones de seguridad que la sustentan. El problema para Australia –o más correctamente para los políticos y expertos en políticas de Canberra– es que el australiano promedio no olvida. Y si bien cualquier discusión política sobre el futuro de Australia en Asia se centra en elegir contra Estados Unidos –uno de los amigos más antiguos de Australia, que nunca se ha mostrado voluble con Australia– será difícil conseguir el apoyo del australiano promedio.

No hay duda de que los políticos y los expertos en políticas de Canberra ganarán su dinero este año.