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Informe de inteligencia: La dirección de la política turca hacia Sudán

Es probable que Turquía siga aumentando sus vínculos económicos y militares con Sudán, pero un compromiso político de alto perfil con funcionarios sudaneses seguirá siendo difícil para Ankara.

Turquía ha estado intensificando activamente su cooperación con Sudán desde 2006, cuando el Primer Ministro Tayyip Erdoğan visitó el país. El presidente Omar al-Bashir fue recibido dos veces en Ankara antes de ser acusado por la Corte Penal Internacional de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Aunque Erdoğan ha defendido a Bashir por estos cargos, desde entonces Turquía ha decidido, de mala gana, interrumpir temporalmente los contactos de alto perfil con Bashir y concentrarse en el diálogo con otras figuras políticas sudanesas, incluido el vicepresidente Ali Osman Taha.

Ambos países todavía parecen deseosos de desarrollar la cooperación política y comercial.

Sudán ocupa un lugar importante en la intersección de las estrategias islámica, africana y de desarrollo de Turquía. Es uno de los socios más importantes de Turquía más allá de su vecindad inmediata y desempeñará un papel importante en la realización de la ambición de Ankara de convertirse en un actor global. Por su parte, Jartum valora positivamente los esfuerzos de Ankara para mediar en los conflictos fronterizos con su vecino del sur. Además, Turquía es uno de los pocos canales, junto con Qatar y, en menor medida, Arabia Saudita, que los líderes sudaneses utilizan en sus intentos de establecer un diálogo con Estados Unidos. Es posible que la Casa Blanca valore hasta cierto punto a Turquía como un intermediario importante en este sentido.

De particular importancia son los contactos militares bilaterales, en los que Turquía probablemente considere desempeñar un papel en la modernización del ejército y las fuerzas de seguridad sudanesas.

El hecho de que en marzo de 2013 el presidente Abdullah Gül ratificara un acuerdo marco de 2011 con Sudán sobre cooperación militar sugiere que Ankara probablemente busca reducir la dependencia de Jartum de otros actores, principalmente Irán. La reacción negativa del Ministro de Asuntos Exteriores sudanés, Ali Karti, ante el atraque de buques de guerra iraníes en Port Sudan en octubre de 2012 fue aparentemente un intento cuidadosamente articulado de demostrar la influencia limitada de Irán y la apertura de Sudán a opciones alternativas.

Dada la desaceleración económica en Europa, la crisis siria y la creciente competencia en sus mercados tradicionales en el Medio Oriente, los exportadores e inversores turcos están mirando posibles nichos en Sudán. Dado el modesto volumen del comercio bilateral en comparación con otros socios económicos sudaneses (Estados del Golfo, China, Egipto e India), Ankara no está en condiciones de competir directamente con ellos. Sin embargo, todavía hay margen para que Turquía invierta en agricultura, alimentación, industrias textiles y minería (especialmente en la producción de oro), y consiga contratos en los sectores de construcción e infraestructura. También es probable que Turquía intente reintroducir su iniciativa de acoger una conferencia sobre inversiones en Sudán.

Los esfuerzos de la Agencia Turca de Cooperación y Desarrollo Internacional (TIKA) y de las ONG son considerados por el gobierno como un elemento importante de una estrategia bien coordinada y centralizada para ganarse el corazón de los sudaneses comunes y corrientes y fortalecer la visibilidad de Turquía en el país. Es probable que la campaña humanitaria en Sudán fortalezca la capacidad turca de proporcionar ayuda para el desarrollo y elaborar una alternativa a las tradicionales políticas humanitarias occidentales.

Aunque Sudán es menos visible en los medios nacionales en comparación con otros actores internacionales, las encuestas de opinión muestran que el público turco cree firmemente que la combinación de Islam moderado, democracia y espíritu empresarial de Turquía ofrece un modelo para Sudán. Esta opinión se ve reforzada aún más por sentimientos profundamente arraigados sobre el pasado otomano común de los dos países.

Ciertamente existe un consenso entre el público y los partidos políticos de Turquía sobre la necesidad de vínculos económicos más fuertes con Sudán y asistencia humanitaria, particularmente a Darfur. Como ya se ha dicho, el gobierno también parece dispuesto a establecer vínculos militares con Jartum. Sin embargo, cuando se trata de contactos políticos, el panorama es más complejo. El partido gobernante ha sido criticado por haber ido demasiado lejos al cortejar a Bashir y otros altos funcionarios a pesar de su historial de abusos contra los derechos humanos. Los críticos también argumentan que, en realidad, Turquía carece de la capacidad para mediar con éxito en la disputa entre Sudán y Sudán del Sur y que el país debería adoptar una postura más reservada dada su limitada capacidad para influir en la situación sobre el terreno.

Fuente: Open Briefing (Reino Unido)

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