El Estado Islámico es el grupo terrorista más rico del mundo, con una facturación anual estimada de entre 2 y 3 millones de dólares. El control del grupo sobre un territorio sustancial le permite generar cantidades considerables de dinero del crimen organizado, incluido el contrabando de petróleo y antigüedades y la imposición de impuestos a quienes contrabandean drogas y personas, así como la imposición de impuestos y multas a las poblaciones de las áreas que controla.