La vecindad estratégica de Israel está cambiando, pero desde el inicio de la Primavera Árabe han surgido una serie de tendencias.
El conflicto sirio está enfrentando a la alianza principalmente chiíta de Bashar al-Assad contra los moderados suníes de la región, muchos de ellos ahora liderados o simpatizantes de fuerzas islamistas-salafistas.
Facciones yihadistas difusas se están concentrando en el Levante, desafiando no sólo las fronteras de Israel sino también la estabilidad del status quo de los actores suníes y chiítas.
Las antiguas alianzas férreas se han visto socavadas por una combinación de destituciones, sutiles cambios estratégicos y una ira generalizada por la difícil situación palestina.
En medio de todo esto, el Primer Ministro Benyamin Netanyahu puede haber logrado forjar un frente internacional unido contra las supuestas ambiciones nucleares de Irán, pero aun así de alguna manera dejó la posición exterior más amplia de Israel hecha jirones.
Al abordar los disturbios circundantes, el segundo gobierno de Netanyahu ha evitado la iniciativa y ha optado por una cautela reactiva. Sin embargo, este entorno estratégico que cambia rápidamente exige una diplomacia más asertiva y, por lo tanto, un cambio en la postura actual de Israel.
Ésta es la conclusión de un nuevo informe publicado hoy por el think tank Open Briefing. El informe, Tomar la iniciativa: el entorno estratégico de Israel y la necesidad de una diplomacia asertiva, sostiene que Israel puede y debe:
- Promover sus intereses aplicando persistentemente una diplomacia de múltiples vías y canales secundarios –incluido el intercambio de inteligencia y la coordinación de seguridad– y rehabilitando las relaciones deterioradas, comenzando en Ankara.
- Facilitar intermediarios con intereses creados en la paz entre israelíes y palestinos e influencia sobre aquellos tomadores de decisiones palestinos y árabes claves que son críticos para garantizar la implementación de futuros acuerdos.
- Mantener un impulso consistente y significativo en el proceso de paz palestino-israelí, incluso si no hay negociaciones sobre el estatus final a la vista.
- Frenar sus discursos de guerra y, en cambio, permitir que los contactos entre pueblos y otras formas de diplomacia ciudadana sigan su curso.
- Abrir o al menos fomentar un canal secreto con Teherán como la mejor y única forma de salvar las apariencias para convencer al Líder Supremo Ayatollah Khamenei de que no puede tener capacidad nuclear y animosidad hacia Israel, y al mismo tiempo esperar preservar su régimen; Sólo dos de estos objetivos son posibles a la vez.
El autor del informe, Kevjn Lim, argumentó:
“El tórrido conflicto de Israel con los palestinos se extiende en el camino de un consenso árabe, mientras que un final negociado de dos Estados ofrece mitigar no una sino tres preocupaciones centrales: la inseguridad fronteriza, el abismo demográfico interno y la creciente inviabilidad de una democracia judía y Israel democrático”.
Lim, analista colaborador de Open Briefing, Agregó:
“Para ir aún más allá, oculta aquí también puede estar la clave para lidiar con la amenaza de un Irán nuclear. Si bien son una fuente segura de inquietud, las divisiones sectarias han creado suficientes condiciones regionales para intereses tácticos, si no estratégicos, compartidos para contrarrestar el 'Eje de Resistencia' liderado por Irán e inhibir la aparición de un flagelo transnacional más apremiante: el extremismo yihadista”.
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